Una vez más, el espectacular despliegue de diseño invade, ahora, la vieja Barracas. Enmarcado en un barrio donde la nostalgia tanguera aún brota de las calles, el espacio del CDM (Centro de Diseño Metropolitano) irrumpe en un contraste casi irónico. La manzana que ocupa el predio guarda secretos de un mundo desconocido en estas tierras: El Diseño. Algo que en otros tiempos era cosa de la arquitectura y la construcción, hoy se consagra como un arte en sí mismo llevado a los hogares y espacios de trabajo con el emblema universal de "función+belleza".
La muestra de este año, sin dudas expresa el fuerte desarrollo del oficio en nuestras pampas y la criteriosa labor de sus creadores, en los que se mezclan sin tapujos interioristas, decoradores, diseñadores industriales y textiles, paisajistas, arquitectos, artistas plásticos, etc. Cada sala resume un concepto dado como "Espacio para un Sommelier" o "Espacio de una diseñadora textil", encontrando diseños resueltos, llenos de diversidad y estilo. El uso del material ha sido casi una obsesión en los proyectos: los vidrios y algodones, el vinilo y la madera cruda, el naturalismo y la tecnología en su forma más extrema. Esta tendencia del "contraste" que hace unos años se dió en el fenómeno vintage de lo viejo con lo nuevo, hoy la propuesta parece ser entre materiales, la espacialidad y la experiencia sensorial, en un intento de despojo del lujo banal y el maximalismo vacío.
Tal vez por esta misma razón, otro de los enclaves trabajados enérgicamente, fueron los diseños sustentables o de bajo impacto ecológico, encontrándonos con objetos y espacios proyectados en materiales reciclados como botellas de plástico, residuos domésticos y abundante uso de MDF. Tambien así el uso de huertas orgánicas y una jardinería más "natural" lejos de la histeria purista que invadió countrys y espacios verdes tradicionales durante las últimas décadas.
La estética general brindó un panorama de maderas claras, colores neutros, amarillos y algunos rojos sin más intervenciones que la forma en sí misma y la materia prima como ejes. El uso de la esfera (intervenida de ingeniosas maneras) y la figura troquelada también lucieron su llamativa simpleza, apelando a un estilo más bien escandinavo y hasta retro. En este universo decorativo, se combinan elementos de inspiración extranjera como tambien regional, consangrando el uso de textiles latinoamericanos como intervención última y orgullosa.
Sin dudas, un paseo más que recomendable para todos aquellos que procesan mejor con ojos que con palabras, la riqueza artística que enviste nuestros espacios y decora nuestras vidas, con imaginación, belleza y responsabilidad.
